03 abril, 2007

Cuentos de fútbol por Pablo (1): Sueños Mundiales

Dormía. Se le secó un impulso de arrebato y machacó su sino contra la pared. El alma le sangraba y sus manos desprendían el sudor de la tormenta; agonizaba su ego y se hacía débil en su fracaso, su desquicio, su decepción. Sus sueños se tornaban en pesadillas al compás de una tarjeta roja que había hundido sus ansias en la desesperación infinita.

Un sueño; el mundial, un deseo; la victoria, una realidad; la expulsión y el fin con que el cielo le había castigado aquel caluroso día ibérico. La jugada se había negado a surgir, el balón se alejaba de sus pies y de su garganta proliferó un grito de injusticia frente a la impotencia no castigada. No hubo más jugadas, no hubo más goles, no hubo más espectáculo, sólo hubo una tarjeta roja que le sumió en los perores sueños. Dormía pero no descansaba, dormía pero no vivía.


Dormía. Dormía y soñaba su éxito. Gozaba su momento y paladeaba el triunfo que había dado la vuelta al mundo. El balón se había pegado a su pie y ya no se le había despegado en ningún momento del torneo ¡Bendito balón! Bendito mundial que le había dado la gloria eterna, bendita ilusión y bendita sensación de éxito en la venas.

Había levantado la copa, y su beso de campeón había llevado a su país al auténtico éxtasis de triunfo. Había unido a ricos y pobres en torno a un balón y había agrandado su mito hasta el punto de no ser sólo una persona o un jugador, sino el mismo Dios vestido con pantalón corto. Todos le buscaban; la prensa, la afición, sus compañeros “¡Genio!” Le gritaban “¡Mago!” Le exclamaban. Y él lloraba, lloraba y lloraba. Lloraba porque nunca había sentido tanta alegría, lloraba porque sabía que si el fútbol tenía un rey no era otro que él mismo, lloraba porque el mundo estaba tan a sus pies que se sentía con fuerza para patearlo a la escuadra o hacerle un quiebro a la vida y colmarse de felicidad eterna.

Había marcado el gol de su vida, de la historia; una leyenda dibujada a base de regates, una carrera elegante, precisa, preciosa, una obra de arte unida a un balón y a su genio de indiscutible categoría.

Y ahora levantaba la copa del mundo, la copa que el distinguía como el mejor, la copa que le guardaba un sitio en los anales de la historia, la había besado firme, loco de alegría y colmado de paz ¡Dios! La vida no le podía ir mejor.



Dormía. Dormía sin dormir porque no comprendía su rumbo. Había conseguido destacarse, lo había dado todo, estaba vacío; vacío de fuerzas, de ganas y de fútbol. Le había dado a la vida todo su ser y ahora la vida le negaba otra victoria. Su ego de ganador no era capaz de asimilar aquella derrota. Ahora no dormía, solo intentaba dejar escapar una noche de furia y en la profundidad de sus sueños solo se oía el tambor de la decepción.

Se desesperaba, daba vueltas sobre la cama y solo pensaba amargado que le iba a ser imposible alcanzar a aquel genio de tez tostada al que tanto admiró de niño. Intentó hacerse fuerte en su refugio y pidió perdón por la derrota, suplicó perdón a su pueblo, a su gente, a sus compañeros, a si mismo, se suplicó un perdón que no pudo encontrar en ningún rincón de su alcoba.

La suerte les había acompañado a lo largo del campeonato, el balón había entrado siempre que lo habían necesitado, sus regates habían sido los justos, nunca los de antaño, eficaces latigazos asociados con remates de un socio de fatigas goleadoras y nocturnas que habían llevado a su equipo a la final ¡Maldita final! Y maldito el árbitro que había juzgado su suerte, y malditos los rivales, duros como piedras, que habían truncado su destino.

Y había llorado. Y lloraba. Había llorado al comprobar que la fortuna no iba a estar para siempre a su lado, y mientras observaba el gozo de sus rivales alzando la copa de la gloria, el suyo se había hundido en el pozo de la desesperación, había llorado por perder y lloraba por haber perdido su ilusión, su vergüenza, su torneo.



Dormía. Dormía y golpeaba con furia al aire que le viciaba la vida. Dormía y probaba el sabor de la peor derrota sin haber perdido más partido que el de la inocencia.

Había perdido la honestidad, le habían acusado sin compasión y le habían tirado a los leones a la primera de cambio “¿Por qué lo hiciste?” Le preguntaba la gente. Y el sólo intentaba contener su desánimo contestando un “yo no he hecho nada” que no percutaba ningún oído cuerdo.

Había caído en la trampa, le habían lanzado el lazo y él, tal caballo salvaje, hambriento de fútbol, no había hecho sino atraparlo sin saber que era a él, a su corazón, a su equipo y a su pueblo a quien estaban atrapando. Su expulsión había dado la vuelta al mundo y su desamparo se tornaba en perpetuo al no encontrar a nadie que el tendiera una mano, él miraba a los ojos del mundo y el mundo solo le preguntaba “¿Por qué lo hiciste?”. “Yo no hice nada” respondía ya sin esperanzas. “Yo no hice nada” repetía esta vez entre lágrimas.

Y eras sus lágrimas nota de desencanto, eran nota de la desesperación más absoluta, porque había llegado a este campeonato con más ilusión que nunca. Había perdido velocidad, había perdido fuerza y había perdido parte de su irrepetible regate. Había ganado, por otra parte, desconfianza, mala fama y los malos hábitos que le estaban hundiendo en la nada. Pero conservaba intacto su talento, conservaba sus ganas de ganar y conservaba la ilusión, aquella que los golpes de la vida estaban dispuestos a negarle una y otra vez. Pero el orden es cruel con los rebeldes y ahora se sumía en la impotencia y eran sus lágrimas un mar de desilusión porque ¡Le habían expulsado para siempre de su campeonato!

Su error, intentar demostrale al mundo que él podía hacer todo lo que le diese la gana, su castigo, quedar condenado para siempre a una eterna sospecha y no disfrutar nunca más de lo que tanto le gustaba: jugar al fútbol.


Dormía. Y ahora su sueño era un grito silencioso a la agonía. Dormía sin cerrar los ojos porque sus pupilas se dilataban tanto que parecían buscar la muerte sin desearlo. Y ahora lloraba la gente, ahora el mundo pedía a Dios que le salvara la vida.

Su cuerpo intoxicado yacía ya sin ánimos ante la desorbitada mirada del grupo de doctores que le atendían, tan dolidos en su alma como su propio paciente, aquel genio que levantó el país a golpes de balón. Luchaban por devolverle la vida, la ilusión y las ganas de jugar. Y él, dormido en su angustia, ajeno a la realidad y atado al destino, se encomendó a Dios. Sin querer parecerlo él mismo en este caso, sino necesitándolo, suplicando su mano, porque ante la agonía no queda más Dios que la esperanza.

Y la esperanza se tornaba en desespero y el desespero en desasosiego y todos los sentimientos se encadenaban en uno cada vez que el pueblo sentía que su ídolo se perdía para siempre.

Había vivido el hambre, el éxito, la gloria y la suerte de tener ante sí todo el talento del fútbol. Había levantado estadios, pasiones, camas y fiestas. Había sido el número uno, el mejor, y ahora, la vida, a la que tanto había regateado sin sentido, le hacía a él, el rey del regate, un último quiebro hacia la muerte.

Y por su mente se pasearon todos los recuerdos; su infancia pegada al hambre y a un balón que siempre llevó cosido a su pie, su adolescencia prometiendo fútbol a sus creyentes, su juventud, levantando tantas expectativas como bocas fue dejando abiertas por los estadios, sufriendo la expulsión que le atormentó sus comienzos, cifrando traspasos multimillonarios y demostrando al fútbol que su cabeza y su corazón iban unidos a su pierna izquierda. Su madurez, alcanzando la gloria del mundial y dibujando sonrisas en sus periplos, resucitando el espíritu de los mejores futbolistas, abocando a sus rivales a quedar sentados siempre que se enfrentaran a su cintura. Risas y lágrimas que desnudaban un carácter presto al mínimo error, delirios de grandeza que no se hundieron con derrotas y un desparpajo nocturno al tiempo que cavaba su propia tumba. Y su hundimiento, sellado el día que le señalaron con el dedo y le declararon culpable por siempre, afirmado una tarde de junio cuando le prohibieron disfrutar de su último mundial y culminado aquella noche en la que todo su país rezaba por su salvación.

Se encaramó a la esperanza y apuró su último esfuerzo mientras se apuntaba de nuevo a la vida. Decidió seguir siendo él mismo y no hundir a su gente en el llanto. Le molestó que aquellos que antes le empujaron ahora le diesen la mano, y se la rechazó, con orgullo futbolístico, como él sabía. Le indignó que ahora le lloraran los que le habían reído, se volvía loco, le creían loco, pero solo él y Dios sabían lo que pasaba por su cabeza, solo él y Dios pactaron una última oportunidad que le devolviera a la vida.

Abrió los ojos, sintió el olor a medicina y observó el techo inerte de la clínica que le hospedaba. Esbozó una sonrisa y recordó su último acuerdo con Dios; siempre sería un rebelde pero Dios estaba con él, al menos de momento, y aquello le hizo feliz. Por fin, como aquel día en el que levantó al mundo con su gol de recorrido antológico, como el día que levantó la copa de la vida ante los ojos del universo, volvía a ser feliz. Porque Dios estaba con él. Porque Dios también disfrutó con él. Porque Dios vive en él.

Dios salve a Maradona.

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13 comentarios:

A las 4/03/2007 11:58 a. m. , Blogger Cristian Pulina ha dicho...

Brillante.

Creo que es el mejor adjetivo que califica a este post,y coincidirán todos los que tengan la paciencia de leerlo como yo.


Maradona es un mito no solo en napoli,sino para todos aquellos italianos sureños,que son los que más llevan dentro el sentimiento italiano...una vez mi padre casi me pega por insultarle cuando iba a tirarnos un penal en contra en el mundial del 90,en las semis donde argentina nos eliminó...y mi padre era lo más italiano que había sobre la faz de la tierra...así que imaginense como sienten todos los italianos a Maradona,por mucho que luego lo abuchearan muchos en la final ante Alemania.


Para mi el más grande que ha existido es el Ronaldo del Barça,pero por estar solo a ese nivel,durante ese año y el año y medio siguiente en nerazzurro...pienso que maradona,si es sin duda el mejor de todos los tiempos,en los innumerables videos de horas y horas que me he comido...

Pensé que el ronaldinho del 1º año en barcelona se podía asemejar algun dia,pero a la siguiente temporada bajó su rendimiento una temeridad...y hoy dia es muy irregular para osar compararlo con el genio de todos los genios...

Messi es el futbolista,pienso yo,que más se parece en su futbol a dieguito,pero siendo un gran defensor de messi como soy...he visto ya este año,varias cosas sin balón que no me han gustado...creerse demasiado bueno,como para pelear la pelota...es algo que no me gusta,y si lo haces con 19 años...peligro.


Un saluto y felicidades por el post.

 
A las 4/03/2007 3:25 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Excelente cuento, felicitaciones hacia Pablo. Ya le felicitaré personalmente en su space.
¿Qué enigmático el cuentecito, no? No lo entiendo muy bien, la verdad, pero creo que se dirige a algo claramente, a su vicio.
Has hecho muy bien en dejar que Pablo escriba en tu blog, te supera ¬¬.
Saludos :P

 
A las 4/03/2007 5:28 p. m. , Blogger La Nadie ha dicho...

jajajaja, vaya cuento amigo :O!, que bien, pero te hago una correción, al final no es: dios salve a maradona, sino, el se salve así mismo ;) jejeje.

www.diosesredondo.blogspot.com

 
A las 4/03/2007 7:41 p. m. , Blogger Joaquín Pineda ha dicho...

no hay palabras para ponerle calificacion al cuento , esta k se sale , seguro k esta escrito con tanta pasion como la k le ponia maradona al futbol cuando jugaba.

saludos

 
A las 4/04/2007 12:20 a. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

No tengo ganas de que un simple comentario sea lo que impavte en la memoria de algunos y se queden con él, por lo describiré todo en una palabra: Precioso.

Sublime Pablo, enhorabuena.

Saludos,

Sergio.

www.futbol-int.blogspot.com

 
A las 4/04/2007 12:41 a. m. , Blogger Unknown ha dicho...

Hermoso cuento, la verdad es que Pablo va a enriquecer este blog muchísimo.


@ vito corleone

Posiblemente el Ronaldo del Barça haya sido lo más debastador que se ha visto en un campo de fútbol últimamente. En el caso de Maradona, nunca vi a ningún jugador influir tanto en el crecimiento de un equipo.


Saludos

 
A las 4/04/2007 12:50 a. m. , Blogger Javi Saiz ha dicho...

Todos los agradecimientos a Pablo, que es un crack y escribe de maravilla.

@ vito corleone
Yo siempre preferí a los equipos sureños de Italia por esto. Quizá el sur de Italia este representado por la clase humilde, obrera, en fin que tienen una vida muy complicada, y lo que hizo Maradona en el Napoles fue inolvidable.

Del Ronaldo del Barça veo un recuerdo borroso. A Maradona no tuve el placer de verlo.

@ alvaro
Que te lo explique Pablo...y si no ya lo entenderas cuando madures jejeje. Esas cosas se piensan pero no se dicen gañán. Ya se que Pablo escribe mucho mejor que yo hombre jajaj tiene un vocabulario muy rico.

@ jorge luis
Lo mismo te digo, que te lo explique Pablo, pero yo creo que es Dios Salve a Maradona.

@ joaquin
A poca gente conozca tan futbolera como pablo.

@ sergio.st!
Sin palabras. Todos los agradecimientos a Pablo.

@ jogo bonito
Seguro que lo enriquece y me halaga mucho de verdad, que alguien como Pablo quiera escribir en mi blog.

 
A las 4/04/2007 1:01 a. m. , Blogger Fair ha dicho...

Gran relato amigo javi.
La verdad que Diego nos ha emocionado a nosotros muchas veces.
Tambien odio las comparaciones con este o aquel jugador, cada uno es el mismo, y Maradona es incomparable.
Fuera del campo sobran comentarios , no ha sido ningún ejemplo pero me quedaré con el Diego futbolista.

 
A las 4/04/2007 7:21 a. m. , Blogger L-azar25 ha dicho...

Hey Javi, otra vez los del As se vuelven a equivocar al escribir lee la noticia de Quaresma esa entrevista: http://www.as.com/articulo/futbol/Quaresma/halago/interes/tuvo/Atleti/dasftb/20070404dasdaiftb_49/Tes/ al final dice: "La vida sigue y el interés rojiblanco por el extremo puede >>convenirse<< en una realidad en los próximos meses. Veremos."
No seria Convertirse? ja ja ja..! ahi te lo dejo..! alo mejor cuando entres ya lo corrigen..!

 
A las 4/04/2007 7:28 a. m. , Blogger L-azar25 ha dicho...

a ver si se dan un vuelta por http://www.galaxiafutbol.blogspot.com/ los esperamos por allá..:!

 
A las 4/04/2007 11:06 a. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Mil gracias a todos por vuestros comentarios. Conocer que os ha gustado me anima a seguir escribiendo. Y gracias, sobre todo, a Javi, por confiar en mí. Saludos.

 
A las 4/04/2007 1:34 p. m. , Blogger Cristian Pulina ha dicho...

@ javi


Si es así Javi,en el sur son mucho más italianos y divertidos,viven a la antigua usanza,muchisimo de la pesca,aunque cada dia se uraniza todo un poco más,pero gran parte de la belleza italiana,es el respeto que hay a la belleza de los paisajes,y ello lo hace lo antiguo que suelen ser todos los barrios.

Palermo por ejemplo,es una ciudad tremenda,pero es arte puro,con su puerto...estoy deseoso de en cuenta pueda ahorrar algo e irme unas semanas por allí,que siempre voy a sardegna(de donde son mis familiares)y aun no he ido a napoli,salerno,bari,calabria,sicilia...en definitiva...la italia pura.

 
A las 4/04/2007 3:16 p. m. , Blogger Kerlon ha dicho...

Yo no se que comentar porque ya habeis dicho todos los calificativos posibles ya que el cuento lo merece.Fantastico cuento.Felicidades a Pablo y a Javi.
Saludos

 

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